LA DANZA Y EL TURISMO

 



¿Tiene la danza cabida en el plano del turismo?¿Es un mero entretenimiento para unos espectadores fácilmente impresionables o tiene posibilidades más allá de un espectáculo?

Lo cierto es que hay pocos ámbitos de la vida en los que la danza no esté presente. No hablamos solo de la danza académica, técnica y accesible solamente para unos pocos especializados, no. La danza es una excusa, un motivo de reunión. Los pueblos han bailado desde tiempos inmemoriales, sin pretensión alguna que no fuera disfrutar de la música y de sus iguales en un ambiente distendido y libre de preocupaciones. La danza es tradición, es ritual. Ya nuestros antepasados bailaban para pedir por la buena ventura, los animales bailan para comunicarse y estrechar lazos y nosotros no podemos evitar un pequeño contoneo cuando nos invade la felicidad de una buena noticia.

 

Pero, ¿y qué tiene que ver esto con el turismo?¿A quién se le ocurrió que los usuarios que huyen de la rutina para relajarse en un hotel les apetecería ponerse a bailar?¿Cómo se darían cuenta de que los espectáculos vivos como las danzas tradicionales atraen más turismo a las ciudades y pueblos? 

En el caso primero, porque la danza es espectáculo, sí, pero también fuente de aprendizaje y distracción. De autoconocimiento, porque nos permite disfrutar de nuestro control corporal, y además reír con otra gente. 

En el segundo, porque la danza también es identidad, Y para el turista activo, el que quiere ir más allá del descanso y el placer, no hay nada más atractivo que una territorio que conserva su identidad; eso dice un pueblo, ciudad o país que baila: "estamos orgullosos de nuestras raíces, las conservamos y os las mostramos. Os resumimos, en unos breves minutos, siglos de historia y momentos de nuestra vida presente. Durante este tiempo, sois parte de ello."




 

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